25/8/10

Velódromo, la cinta garage de Alberto Fuguet

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Con buenos comentarios de la crítica en su paso por el Bacifi de abril pasado en Buenos Aires, Velódromo viene a ser una suerte de revancha de su director tras llegar a creer que nunca más volvería a filmar. El escritor Alberto Fuguet estrenó su nueva película en el festival Sanfic 6 de este año y acá hay algunas reflexiones sobre ella.

*Por Migue. Texto publicado en el blog RebelCallejeros. Fotos: blog de Velódromo

El jueves pasado fui a ver la nueva película que Alberto Fuguet estrenó en el festival Sanfic de este año. Velódromo marca el regreso del escritor nacional al cine, del que según sus propias palabras pensó que no volvería a incursionar. Tras las regulares críticas a su primer film, Se Arrienda (2005), el escritor estuvo en un largo periodo stand by, tratando de conseguir financiamiento para su segunda apuesta en la pantalla grande. Es ahí cuando descubrió lo que el llama la revolución del cine digital.

El haber quedado fuera del acceso a fondos concursables fue un duro golpe para Fuguet. Incluso llegó a pensar en no volvería a rodar una película. Gasté mucho tiempo pensando en lo triste que es no hacer cine si no nos entregan fondos. Eso cambió cuando me di cuenta que si seguía ese camino nunca más iba a volver a filmar. Un día yo me equivoqué. Estaba tomando fotos con una cámara digital pequeña y me di cuenta que en realidad estaba filmando. Llamé al director de Fotografía y le pregunté si podíamos filmar un corto con eso. Me dijo que sí y a partir de ahí me di cuenta que se puede filmar con muy poca gente, con equipos reducidos detrás" mencionó el realizador en la presentación de la película. Esta revolución digital de la que habla el escritor ya había sido descubierta por gente como el cineasta David Lynch.

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Fuguet llama a Velódromo una cinta garage: hecha con un equipo reducido, con la ayuda de amigos y con menor financiamiento. Pero además su distribución está pensada de otra forma. Fue presentada oficialmente en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) de este año, en abril pasado, y tras su paso por el Sanfic llegará a salas el 16 de septiembre en el pronto a inaugurarse multiespacio Ladrón de Bicicletas del barrio Bellavista, recinto reducido con capacidad de 200 espectadores. Finalmente para fines de año se prepara su distribución gratuita bajo licencia Creative Commons en el sitio Cinépata.com, proyecto en el Fuguet viene trabajando hace un tiempo.

HOMBRE Y BICICLETA, UNIDOS EN LA NOCHE

Ariel Roth es un diseñador treinteañero que no le pide mucho a la vida. Su pequeño mundo transcurre entre sus escasas amistades, su novia y su trabajo como diseñador freelance. Si hay algo que apasiona a Ariel es ver las películas que descarga desde su computador y recorrer Santiago en bicicleta. Quizás el pequeño mundo que ha logrado armar no es muy grande, pero al menos gira. Esa falta de hambre que los otros ven en él es justamente a lo que Ariel debe hacer frente, consecuencia de un exitismo social en donde si no estás casado y tienes un buen trabajo antes de los 40 estás condenado al fracaso.

Su oficio de diseñador freelance lo obliga a codearse con todo tipo de personajes odiables, cancheros, extraños. Snobs, artistas shúpers y empresarios freaks sólo puede soportarlos en función de conseguir llegar a fin de mes con relativa calma, pues de verdad lo que Ariel quiere es que lo dejen vivir tranquilo, en el refugio que encuentra al consumir película tras película y pedalear con el vieno en la cara, ambos momentos íntimos y de libertad a los que tampoco pide más. Es en este escenario en que sobreviene el quiebre con la gente que no soporta sus manías y su falta de ansías por algo más que un sábado en la noche sentado frente a la TV. Ariel, con sus 34, casi 35 a cuestas, deberá empezar desde cero.

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Velódromo es un film intimista que aunque intenta ser un drama tiene muchos momentos de hilaridad con las situaciones a las que el protagonista debe enfrentarse. Contemplativo, lleno de pausas y silencios, busca introducir y conectar al espectador con ese refugio que Ariel busca en su vida. Algo que mucha gente no le perdona al director es su literatura a veces sobrevalorada, su paso por la Zona de Contacto y el pertenecer a ese mundillo intelectualoide chilensis algo insoportable. Pero creo que con Velódromo Fuguet viene en una parada menos ambiciosa. El tipo ya se sacó el peso de su primera experiencia, el trabajar en una gran producción y el tener que rendir cuentas (de alguna forma, cumplir espectativas) frente al público al momento del estreno. Esta vez fue diferente, comenzando con presentar la película en Buenos Aires, casi de incógnito; luego el liberar el trailer a través de Internet (el que fue replicado en cuanto blog de actualidad existe por acá) y finalmente su presentación en Santiago la semana pasada, que fuera de su espectativa, fue a sala completa en las dos funciones. Al igual que su personaje, acá Fuguet no tiene nada que perder. Si hasta en la presentación de la película en la sala dejó de lado todo divismo (si hay algo que no soporto de la gente que hace cine es esa parada canchera de aquí te las traigo Peter). Su apuesta menos pretenciosa quizás se inscriba como una de los grandes retratos filmicos de la última década.

LA BICICLETA COMO PROTAGONISTA

Hay que dejarlo claro: Velódromo no es una película ciclística. Con esto me refiero a que es una peli entendible a cabalidad por todo público, a diferencia de filmes como Quicksilver (1986) o La Bicicleta (2005) que de repente pueden volverse aburridas para la gente que no tiene el rollo de las dos ruedas. Lo que sí hay es una intención detrás en utilizarla como personaje de tanto del director como del actor principal. "Fue un tema que tratamos con Alberto; el cómo hacer una película y no aburrir en dos horas. Para mi eso también fue complicado, el cómo sostener la película sin latear, sobre todo pensando en la relación que tenía Ariel con la bicicleta. El resultado final fue muy bonito, porque ahí se muestra la parte del Ariel niño, como este cabro que puede tener su real mundo con su bicicleta y ser su mejor amigo" mencionó Pablo Cerda en la presentación.

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Una amiga que me acompañó al estreno me comentaba que la bici era un elemento, pero no en sí un personaje relevante. Bien podría haber sido un skate, unos patines o cualquier cosa con ruedas. Lo que finalmente terminó por incluirla es que 1) Pablo Cerda se mueve en bici en la vida real, y la que aparece es su propia bici; y 2) a Alberto Fuguet le gusta andar en bici: "La idea del velódromo estaba desde hace mucho tiempo en mi cabeza, desde chico. Una vez que Cristián Heyne, de Shogún, me pasó un disco nuevo lo escuché andando en bicicleta, de noche y me dije 'me gustaría ver una escena como esta'".

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La figura del velódromo es idealizada por Ariel. Se convierte en su pequeño sueño urbano: el correr por la pista sin más preocupaciones en la cabeza. Sólo él y su bicicleta, sin necesidad siquiera de escoger un rumbo. Dejar que la fuerza de sus piernas lo lleven a algún lugar que él mismo no tiene claro, pero que tampoco parece interesarle mucho. El óvalo determina muchas cosas. En él te puedes jugar la vida, pero también entrega seguridad; seguridad de no tener que mirar atrás, de no preocuparse más por el tránsito, de que sólo hay un camino dentro. El saber mantenerse dentro es el refugio que tanto atrae a Ariel.

Yo le recomendaría probar la sensación del piñón fijo; a los lectores, por supuesto, los invito a verla.

Revisa la entrevista al director realizada en Cinevivo.org



Teaser oficial



Blog oficial de la película: velodromo-unacintagarage.blogspot.com

1 comments:

Sol Cam dijo...

Parece que me enamoré un poco del primo hetercurioso millonario de la peli

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