Nuestro nuevo comentarista de música realiza una acabada revisión del más reciente disco de Bird. Una producción llena de matices.
por Riveros
No pretendo destacar en la escena review de blogs locales. Uno, porque no soy un experto en el tema periodístico ni musical. Más bien soy un aficionado que disfruta de comentar lo que uno está escuchando y quiere compartir con aquellos que van en busca de una reseña amiga que los guié a la hora de ver qué tal el disco que estás a punto de escuchar, o simplemente un espaldarazo de alguien del Internet que escuchó al igual que tú el susodicho disco. Número dos. no me quiero destacar ni nada, sólo expresar.
Dichas las aclaraciones para comenzar, empezaré esta misión con un disco no tan nuevo, pero que vale la pena comentar: Noble Beast.
Andrew Bird es de esos músicos que rompen esquemas. No es el típico solista indie que toma la guitarra de palo y canta sus canciones apelando a la simplicidad y a su carisma, si no que su éxito en la escena, muy poco conocido por la gente común y silvestre, tiene su base en la complejidad y dulce creatividad que emplea en la mayoría de sus canciones. Noble Beast es un discazo, y si te gusta esta onda, te lo recomiendo totalmente.
Todo parte con Oh No, un tema que tiene la conocida difícil tarea de abrir un disco. Y es que es obvio que si la primera canción no te conquista, todo el disco se te hace más difícil de escuchar. Mágicamente logra su cometido con un coro pop y los típicos silbidos que te hacen cantar como un pájaro en la mañana a la vuelta del carrete de tu vida. En resumen un pop complejo que revitaliza. Luego sigue Misterswarm que nos da una calma y relajación al estilo Bird. Cambios de ritmo y ninguna repetición notoria en el hilo de la canción hace de esta pieza ideal para cerrar los ojos y disfrutar de cada instrumento que hay en ella. Llegamos al tercer track y nos topamos con el single del disco. No creo que haya sido una difícil decisión para él escogerlo ya que es fácil y simple de escuchar. En mi opinión Fitz and the Dizzyspells es de lo mejor del LP, ya que es alegría pura y nunca está demás recibir una canción de esta índole, un sencillo que te dejará una sonrisa luego de escucharla. Luego vienen canciones que probablemente no te conquistarán a la primera escuchada, pero sinceramente si nos tomamos el tiempo de disfrutar las melodías propuestas, todo tiempo invertido será recompensado.
Not A Robot, But A Ghost es de las canciones que te hacen mover la patita y no me extrañaría si alguien se atreviera a bailarla con pasos cuáticos, ya que el in crescendo del tema es una volada que vale la pena disfrutar, seguida de Unfolding Fans, que es como el break que uno necesita luego de tal derroche de sudor en la pista de baile. Otro punto alto, más bien altísimo punto es Anonanimal, un violín que se ocupa de una manera no usual y un claro sentimiento de melancolía además de una belleza en la estructura de la canción que no dejaría ninguna persona indiferente si escuchara esta pieza. Palabras inventadas por Bird y un cambio de ritmo que te choca, pero al mismo tiempo te deja atónito frente a este talento gringo. Luego Natural Disaster nos envuelve más en la onda folk norteamericana, con los arpegios de una guitarra acústica y una voz suave y tranquila. The Privateers y Souverian se caracterizan por un sonido muy pulcro y que dan un final más bien sereno a este álbum, destacando el outbreak de “Souverian” que si lo escuchas con atención te llevará a un dulce relajo que terminará con On ho! que es un final discreto para un disco que se caracterizaba por la profundidad y desarrollo de las canciones.
Letras que no serán fáciles de comprender, menos si hablamos de inventos del mismísimo Bird, pero que en realidad no se escapan de los temas del universo musical, Estamos en frente de uno de los mejores discos de solistas folk del año 2009 que se nos va, y sí no lo conocías, puedes empezar sin problemas con este álbum, ya que es simple y complicado a la vez. Pop a la vena y sin complejos ni ataduras.
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